Corría el año 1863, cuando el
coronel del Ejército de los Estados Confederados de América, John Singleton
Mosby, perpetró el saqueo a los cuarteles generales de Edwin Stoughton,
alzándose con el monumental tesoro de las reliquias de las familias de
Virginia. Mosby, temeroso de que semejante fortuna cayera en manos enemigas,
entregó el botín al sargento de su mayor confianza con la estricta consigna de
esconderlo tan bien como pudiera; lo que logró hacer excelentemente, si
consideramos que todavía no ha sido encontrado.
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