William Kidd (1645-1701), fue uno de los piratas más célebres de
todos los tiempos. Cuando, tras años de fechorías, fue condenado a morir en la
horca por un tribunal de Londres, trató de salvar su vida negociando con la
Cámara de los Comunes. Les envió una carta en la que revelaba el lugar donde
había escondido sus botines, a cambio de un indulto. Su oferta fue rechazada, y
Kidd acabó subiendo al patíbulo. En 1929, un anticuario llamado Hubert Palmer
compró un viejo escritorio en una subasta. Al restaurarlo, encontró en el
interior de una pata hueca la supuesta carta que Kidd había enviado a las
Autoridades. En ella se revelaban las coordenadas de una isla en el mar de la
China donde estaba su tesoro. ¿Es real el documento? Es difícil creerlo, ya que
en las coordenadas citadas no existe isla alguna.
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